Los FPS son los fotogramas por segundo (frames per second, en inglés) de un videojuego. Su nombre no deja lugar a duda: es la cantidad de imágenes que se muestran en pantalla en cada segundo. Imagina un fotograma como una imagen estática. El ojo humano percibe de forma individual hasta 10 o 12 imágenes por segundo. A partir de ahí, empezamos a percibir movimiento hasta llegar al estándar del cine y las series: los 24 fps. Entonces, el movimiento se hace fluido y natural. En el caso de los videojuegos, la interacción lo condiciona todo. Una bajada de FPS ralentizará nuestro tiempo de respuesta y entorpecerá la experiencia. Tanto es así que el mínimo innegociable en el sector son los 30 fps, aunque ya han quedado obsoletos. Hay quien necesita 60 fps (el estándar actual), otros que buscan los 120 fps e incluso quienes ya sobrepasan los 240 fps en sus monitores. No obstante, esta última cifra se limita al ámbito de los eSports y aún está lejos de normalizarse. En cambio, consolas como Xbox Series ya ofrecen juegos a 120 fps en pantallas compatibles.